Monday, December 6, 2010

Un Encuentro con el Destino

Todos los días, excepto los domingos, LACSA efectuaba dos vuelos diarios de itinerario a Palmar Sur y Golfito. El vuelo 3 / 4 a las 6:00am y el vuelo 9 /10 a las 10:00am. Este día en particular, yo estaba programado como copiloto para el vuelo 9 / 10 con el Capitán Arturo Lutz.
Llegue temprano al Aeropuerto de La Sabana a la oficina de Operaciones, localizada al frente de lo que es hoy en día La Soda Tapia, en una pequeña oficina adyacente al hangar de mantenimiento que en aquel entonces se llamaban SALA (Servicios Aéreos Latino Americanos) y que eventualmente se convirtió en COOPESA.
Posteriormente me dirigí a la rampa a cumplir con la inspección previa al vuelo. El avión era un Curtis C46 matricula TI 1008C. Después de comprobar el combustible y la inspección exterior, subí a la cabina del avión y me sorprendió ver que en la parte delantera se habían removido unas filas de asientos y se había cargado, debidamente asegurado, un pequeño carro lo cual era poco común.
Recordemos que en aquel entonces la única comunicación con la zona sur era por la vía marítima, partiendo desde Puntarenas.
Eventualmente abordaron los pasajeros y partimos hacia Palmar Sur y posteriormente a Golfito, destino final del carro.
Por la falta de equipo adecuado, la descarga del carro se volvió un gran problema y tuvimos un atraso considerable.
Finalmente partimos en el vuelo de regreso a San José y ya en ruta, por medio de Radio LACSA, nos notificó operaciones que procediéramos a Parrita a recoger una carga de papayas, las cuales se empacaban en un tipo rustico de canastos para enviarlos a San José.
Proseguimos a Parrita, recogimos la carga y continuamos el vuelo de regreso a San José. Después del despegue viramos por la derecha al rumbo Norte y empezamos el ascenso hacia “el paso de Parrita”, que pasando al lado de Puriscal nos llevaría hacia el Valle Central.
Llegando a la entrada del paso había un poco de nubosidad y me dijo el Capitán Lutz: “Si no salimos visual hacemos un viraje de 360 grados para ganar más altura”.
Casi inmediatamente salimos de las nubes y continuamos nuestro vuelo. En el valle había una  llovizna que restringía ligeramente la visibilidad.  Nos comunicamos con la torre de control del Coco y posteriormente con la torre de control de la Sabana que nos autorizó para una aproximación directa a la pista 07.
Pasamos al lado de Santa Ana, el Cerro de las Palomas y nos establecimos en aproximación final con el aeropuerto a la vista y en configuración de aterrizaje. La Torre de Control nos autorizó para aterrizar.
Estábamos aproximadamente a unos 4200 pies de altura, equivalente a unos 600 pies sobre el aeropuerto cuando, súbitamente, por la parte izquierda del parabrisas y la ventana lateral del Capitán, vemos ligeramente adelante y arriba de nosotros en una trayectoria de colisión, un tren de aterrizaje que reconocí inmediatamente: doble llantas tipo “balón” en tándem (una detrás de la otra) especiales para operación en campos de aterrizaje contaminados. Solo un avión tenía ese tipo de configuración, un Piper Super Cub propiedad de un piloto americano que vivía en Costa Rica.

Piper Super Cub
airliners.net
No tuvimos tiempo de reaccionar ni de tomar ninguna acción evasiva. En una fracción de segundos sentimos un fuerte golpe y nos quedamos “congelados” esperado en qué momento perderíamos el control del avión. No sucedió nada anormal y lógicamente continuamos la aproximación y el aterrizaje. Todavía en la carrera del aterrizaje, abrí la ventana lateral de mi lado y saque parte del cuerpo para mirar la cola. Efectivamente, la parte superior del estabilizador vertical y del timón direccional tenían señales del impacto. Llame a la torre y le notifique que habíamos tenido una colisión durante la parte final de la aproximación y la torre me contesto: “Esta seguro? No hay ningún trafico reportado”.
No todos los aviones, especialmente los aviones privados, tenían radios para la comunicación, por lo cual había un procedimiento para sobre volar el aeropuerto de sur a norte y establecerse en el patrón de trafico esperando señales de luces verdes y rojas de la torre de control para su aproximación y aterrizaje.
Llegamos a la rampa y notificamos a operaciones de lo sucedido. La rampa se llenó de personal de operaciones, mantenimiento y tripulaciones. El Capitán Lutz y yo nos bajamos del avión en un estado de incredulidad de lo que minutos antes habíamos vivido. No cabía duda. El impacto en la cola era eminentemente visible.
De inmediato se organizó una búsqueda en el área de aproximación para tratar de localizar el posible avión siniestrado. Al principio la búsqueda fue infructuosa hasta que, en un cafetal cerca del puente de Los Anonos se localizó la avioneta totalmente destruida.

Que impredecible es el destino. Cuáles son las probabilidades que dos aeronaves coincidan, exactamente en el mismo curso, a la misma altura y al mismo tiempo en el mismo lugar?
Porque se atrasó la descarga del carro? Porque pasamos a Parrita? Porque no hicimos el 360 al entrar al paso de Parrita?
Que precisión! Solo unos segundos habrían hecho la diferencia y cambiado todo.
El piloto y una mujer que lo acompañaba fallecieron en el impacto. Su suerte no fue tan buena como la mía…

Cap. Jose Pablo Gonzalez

2 comments:

  1. es increible lo que es volar local; toda una gama de factores.
    y todas esas experiencias nos llevaron a realizar suenos de ninos,
    llegar a volar aviones mas grandes.

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