Era el sábado 25 de junio de 1960. Ese día salían las escuelas y colegios a dos semanas de vacaciones conocidas como “las vacaciones de quince días.Por estas circunstancias había una demanda mayor en los vuelos locales de pasajeros y los vuelos diarios de itinerario eran reforzados con vuelos adicionales.
Esa mañana, como copiloto, hice primero un vuelo en un Douglas DC3 a Palmar Sur con el Capitán Juan Ignacio Pérez Rey.
Alberto Torres, quien era el despachador, me indico que tenía otro vuelo a Santa Cruz de Guanacaste, luego a Los Chiles y regreso a San José. El avión, un Douglas DC3 matricula TI-1023, tenia mantenimiento, el vuelo estaba atrasado y programado para salir aproximadamente a las 11:00 am. La tripulación éramos el Capitán Carlos Holtz, Jefe de Pilotos, y yo como copiloto. Carlos Protti era el sobrecargo. Por ser fin de semana y principio de las vacaciones, el Capitán Holtz había traído al aeropuerto a su hija Ana, que tendría para entonces unos 8 años de edad y ella nos acompañó en el vuelo.
Con el avión lleno de carga y pasajeros con destino a Santa Cruz y los Chiles, salimos del aeropuerto de La Sabana aproximadamente a las 11 de la mañana. Otro DC3, en el vuelo regular a Guanacaste, con el Capitán Ludwig Schlager, estaba en Puntarenas con problemas en la puerta principal, por lo cual montaron un mecánico a bordo de apellido Bejarano y nos indicaron que pasáramos a dejarlo en Puntarenas. Ya en ruta nos llamaron de Radio LACSA para decirnos que el problema estaba solucionado y que continuáramos a Santa Cruz. Llegamos a Santa Cruz, dejamos los pasajeros y carga y subieron a bordo otros pasajeros que continuarían con nosotros a Los Chiles y luego a su destino final en San José.
Después de aterrizar en Los Chiles, descargamos los pasajeros y carga para ese destino y abordaron los pasajeros para San José, llenando la capacidad del avión con untotal de 28 pasajeros.
Continuamos con el vuelo de Los Chiles a San José. Llegado sobre San Ramón el Valle Central estaba despejado, teníamos el aeropuerto del Coco a la vista pero sobre San José y el aeropuerto de La Sabana había un fuerte aguacero. Un vuelo procedente de Limón con el Capitán Johny Victory, otro procedente de Palmar y Golfito, con el Capitán Julio Estrada y el vuelo que regresaba de Guanacaste con el Capitán Schlager, decidieron proseguir al aeropuerto del Coco, dadas las condiciones meteorológicas en el aeropuerto de La Sabana.
Le pregunte al Capitán Holtz si íbamos a proseguir al Coco, a lo cual el me contesto que no. Que seguiríamos para La Sabana.
Sobre volamos el aeropuerto del Coco y continuamos hacia La Sabana. Llegamos a un lado de los cerros de Las Palomas y el Capitán Holtz se enfilo hacia la pista ya dentro de un fuerte aguacero que reducía totalmente la visibilidad. El avió se configuro para el aterrizaje con el tren abajo y los flaps en la posición máxima (full). El Capitán Holtz inicio un descenso y disminuyo la velocidad. Por la intensidad de la lluvia, la visibilidad era cero cero y el Capitán abrió su ventanilla lateral para ver si lograba establecer contacto visual. Mi limpia parabrisas no funcionaba y yo no podía ver nada fuera de la cabina. Me doy cuenta que la velocidad estaba disminuyendo y casi en 80 millas por hora (MPH). Los siguientes acontecimientos pasan casi simultáneamente y uno seguido del otro: Cojo fuertemente del brazo derecho al Capitán y empiezo a gritarle: LA VELOCIDAD – LA VELOCIDAD.
Súbitamente el Capitán deja de mirar por la ventanilla lateral y dice: “al aire”, que es la orden convencional para descontinuar una aproximación y aplica potencia máxima. El motor izquierdo no responde y el avión empieza a inclinarse sobre su ala izquierda. Instintivamente aplico pedal derecho y la rueda completamente a la derecha, pero ya estaban en esa posición. Me doy cuenta que el avión ya no responde y empezamos a pegar en los árboles. En mis últimos segundos conscientes pienso en mis hijos.
Reacciono. Todo es como una nebulosa, es como un sueño que no puedo distinguir entre fantasía y realidad. Pienso: “fuego”! Tengo que salirme del avión (el avión nunca se incendió). Me trato de mover y siento que todavía estoy atado al asiento con el cinturón de seguridad. Me suelto el cinturón. Qué pasa? Por el impacto, atado al asiento, salí expulsado de la cabina de pilotos. Estoy tirado en el suelo del cafetal.
Sangro de la cara. No aguanto el dolor de espalda. La columna! Muevo las piernas y veo que si responden. Miro hacia atrás y veo el avión totalmente destrozado. Lo que era la cabina de pilotos se abrió totalmente. Empiezo a gritar: CARLOS, CARLOS. No hay respuesta.
Empieza a llegar gente y oigo sus gritos, por aquí, por aquí. Aquí está el avión.
Se me acerca un individuo y me dice, como esta, como se siente. Le pido que busque otra persona y que me saquen de ahí. Entre ellos dos me alzan, yo les paso los brazos sobre sus hombros y empezamos a salir hacia la calle. Con dificultad pasamos sobre la línea del tren y al llegar a la calle hay dos personas al lado de un carro. Póngalo aquí. Abren la puerta y me acuestan en el asiento trasero. Estoy semi inconsciente. No tengo claro que fue lo que paso. Oigo el pito del carro y sé que vamos a mucha velocidad. Pierdo el conocimiento.
La pista del aeropuerto de La Sabana, era la 07 (Noreste). El avión, fuera de control, con potencia máxima en el motor derecho y sin potencia en el motor izquierdo, baja el ala izquierda y empieza a vira hacia la izquierda. El ala izquierda pega en el cable eléctrico del tren y el avión, bruscamente, hace un viraje que le quita la inercia y amortigua el impacto con los árboles y arbustos del cafetal. Esto nos salvó la vida a todos, con la dolorosa excepción de una señora embarazada que falleció.
Un mes en el Hospital San Juan de Dios al cuidado del Dr. Randall Ferris (+). Un mes en la Clínica Oshner en Nueva Orleans y dos meses más de recuperación.
Mi padre me pregunta: “Queres volver a volar? Podríamos pensar en otra profesión. Yo le conteste: Voy a volver a volar. No siento miedo porque yo sé que fue lo que paso”